Mi llegada a la Acuarela

MI LLEGADA A LA ACUARELA
Mi llegada a la Acuarela fue como si en algún momento me hubiese bajado de un tren y la hubiese encontrado allí de pronto. Nuestro encuentro tuvo mucho de casual. Desde entonces creo que existe la buena suerte. Los astros debieron alinearse ese día en el que decidí apuntarme en uno de esos Encuentros que organiza la Agrupación de Acuarelistas de Andalucía. Sin saber como me ví en medio de una Plaza pintando. Sintiendo cada soplo de aire a mi alrededor como si fuese un sólido y oyendo lejanos ruidos de gentes al pasar. El agua en mi cuadro parecía estar viva. Las cosas allí cambiaban a su gusto sin control. Acostumbrado a la inmobilidad del oleo, llegué a hablar en voz alta a pesar de estar solo. Mi concertación era el producto de un sin fin de pensamientos a los que no podía poner freno. Estaba entonces viajando en ese imaginario tren que iba a toda velocidad y sin freno. Al final, me fui rindiendo a la evidencia. Mi primera Acuarela como obra pictórica era catastrófica. Conforme aceptaba esta realidad, el tren se fue parando hasta llegar a una estación llamada LA ACUARELA. Al bajar, una vez en el andén pude leer un rótulo que alertaba: A partir de ahora, pintar un cuadro no será un acto placentero y relajante sino todo lo contrario. Una lucha con elementos cambiantes y un apasionante viaje a tu interior.
... y aquí sigo, desde entonces, atado a ese viaje...
Luis Lomelino. Acuarelista.

DEMOSTRACIÓN DE PINTURA A LA ACUARELA



CHIPIONA DESDE EL CORAZÓN

La patria es la infancia.

 Los paisajes que ví desde niño, los olores a corral en la bajamar cuando queda la arena salpicada  de algas. Las olas rompiendo contra la glorieta de la Cruz del mar. La casa imponente con el agua a los pies y la monumental puesta de sol. La ensoñación viendo el faro en su infinito girar esperando otra ráfaga imaginando como se orientarían los barcos al verlo. Ir a la marea con mi sable a excrutar las piedras en alegres mañanas de verano. Recordar a mi abuela contándome que la playa de Chipiona tenía mucho yodo...

Luis Lomelino pintando en Chipiona.
El corral Longueras

Playa de la Cruz del mar.

Calita de las Canteras.